Conoce los riesgos fotocarcinogénicos de las radiación UV.
Este artículo muestra algunas de las consideraciones más importantes del reporte técnico de la International Commission on Illumination (CIE por sus siglas en inglés) elaborado por su comité de Fotobiología y Fotoquímica en torno a los riesgos fotocarcinogénicos de las lámparas UV-C germicidas.
Se ha generalizado la idea de que toda la radiación ultravioleta (UVR) es cancerígena, debido a su alta capacidad de afectar el ADN en células desprotegidas. Por otro lado, la apreciación actual es que la radiación UV-C es la más cancerígena de todas. Sin embargo, el riesgo es mucho menor para los humanos que el que representa la radiación UV-B.
A lo largo del tiempo, los humanos hemos vivido expuestos continuamente a radiación ultravioleta ambiental. La luz solar contiene radiación UV-A y, en menor medida, radiación UV-B. La atmósfera bloquea la UVR menor a los 292 nm, por lo que las longitudes de onda de la radiación UV-C (100 nm – 280 nm) no existen en la radiación solar terrestre. Debido a esta constante radiación, el ADN humano ha desarrollado un mecanismo molecular de protección contra la radiación UV-B, que también es efectivo contra el daño UV-C.
Debido a la falta de radiación solar menor a 292 nm, muchos estudios emplean la emisión a 254 nm de las lámparas de mercurio de baja presión para los estudios con animales. En ellos, se resalta que la radiación UV-C puede ser cancerígena en ratones; sin embargo haciendo el ajuste relativo, en la piel humana el espectro fotocancerígeno toma en cuenta una mayor atenuación en comparación con la piel de los ratones.
Por lo tanto, la radiación de 254 nm de UV-C puede desarrollar enrojecimiento en la piel (eritema) a dosis bajas de exposición. El eritema en la piel humana asociado con la radiación a 254 nm de la UV-C varía respecto al asociado con radiación UV-B en tres puntos a considerar:
- Es más transitorio
- Es anatómicamente más superficial
- Aún a altas exposiciones, no resulta en quemadura severa
Los estudios sobre exposición a radiación UV-C se limitan a análisis del eritema humano. Los estudios de Hausser y Vahle argumentan que bajo la radiación de 254 nm, aun cuando se exponga 10 veces a la misma radiación, el incremento en el eritema es perceptiblemente igual; a diferencia del incremento con cada exposición a una irradiación a 313 nm (radiación UV-B).
De estas observaciones, algunos foto-dermatólogos han argumentado que el desarrollo de cáncer en la piel no es un riesgo realista de las lámparas germicidas, debido a que solamente una pequeña cantidad de radiación de la onda de 254 nm alcanza la capa basal de la epidermis.
Aunque se ha demostrado en estudios que la exposición a radiación UV-B puede provocar severos tumores en animales, este no es el caso para la radiación UV-C. Se necesitan dosis relativamente más grandes de radiación UV-C para producir tumores en roedores usando tres diferentes dosis diarias de exposiciones a radiación de lámparas germicidas.
Sin embargo, si persisten las preocupaciones sobre el potencial riesgo de fotocarcinogénesis por exposición a UVR, los desarrollos en técnicas experimentales permitirán un estudio del actual riesgo en humanos. Por ejemplo, una medición del ADN dañado inducido por la radiación de una lámpara germicida puede ser trazada con el marcador inmunohistoquímico p53 podría indicar qué nivel de exposición implica un riesgo y su relación con la radiación UV-B.
Este artículo es un extracto y traducción parcial del reporte CIE 187:2010 UV-C Photocarcinogenesis Risks from Germicidal Lamps emitido por la International Commission on Illumination. Otros apartados importantes del documento refieren la revisión de evidencia científica y una serie de recomendaciones para la investigación futura. Para consultar la fuente original visita el sitio oficial de CIE.
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